Tuesday, April 27, 2021

El agua en su cántaro

Busco un estado de serenidad, de calma que no equivale a resignarme o escapar de mí mismo -sino que deseo encontrar cierto equilibrio ante las desgracias inevitables que transita todo mortal. Lloro ríos de frustración que desembocan en afluentes donde no hay llave de paso que pueda contener y menos aún cerrar el flujo de sentimientos que brotan desde el subsuelo de mi conciencia. Mis venas son los canales de un sistema pluvial desbordado; mis alcantarillas no toleran más lluvias. Necesito procesar mis propias aguas cloacales: agua que viene entreverada con fango, ramas de todo tamaño y resabios que llegan hasta hoy desde el fondo de los tiempos. A su vez, padezco de una utopía incurable: anhelo con todas mis fuerzas- experimentar y sentir a pleno el cántaro inagotable, una disposición y tesitura mental sin limitaciones.

Mientras transcurre mi tormenta intestina- la veo bajarse de su bicicleta enclenque. Su asiento está envuelto en un nylon sucio para evitar que se empape con esa lluvia que tanto me afecta. Arroja unas migas de su pan flauta en el suelo y súbitamente aparece una variedad insólita de aves revoloteando alrededor de su cabeza: los gorriones comienzan a picotear pero son inmediatamente espantados por un par de palomas glotonas de cuello tornasolado que no tienen mejor suerte con los cuervos y sus chillidos ásperos de muerte. A su vez, los cuervos se dispersan cuando las gaviotas aterrizan amenazantes proclamando con su graznido reverberante – el dominio total de esas migajas que ella tiro al piso y ahora ni siquiera recuerda.