Tuesday, October 31, 2023

Déjà vu

 

Hace un tiempo inexacto soy consciente que todo terminara: la vulnerabilidad de mi existencia -abrupta y llena de buenas intenciones- la precariedad de mis deseos, mis miedos infundados y mis más ilusos sueños. Mientras le saco punta al lápiz- me voy diluyendo en un duermevela que no logra hacerme descansar ni estar despierto del todo. Me embarco en un viaje disipado y austero a la vez. Siempre es posible tener una razón para perseguirse y mortificarse a uno mismo. Está en la química del cerebro poder alejarse –o no– de pensamientos que a larga no cuentan y terminan siendo insignificantes. Adhiero a la escuela que entiende la vida desde la pragmática y el movimiento.

Nubes crepusculares con sus colores y formas únicas aparecen en un cielo ondulado de un viento que hace y deshace a voluntad. Las puertas de la percepción se abren de par en par, de forma casi que inconcebible. Con una lentitud agusanada- comienzo a separar la paja del trigo: escatimo, mido, sopeso posibilidades y vericuetos. De repente algo intangible, insustancial, inocuo por donde se lo aprecie -se limpia y todo aparece nítido: acabo de cruzar un puente virgen, un límite desconocido hacia un abismo de pasión, intensidad y cierta seducción. Mi pudor -a pesar de todo- sigue siendo demasiado elevado. Llego a estados anestesiantes tales que dejo de ser yo para ser aquel que pienso ser. Cuando empiezo a aceptar las cuestiones- estas toman otro relieve y consistencia.

Desciendo de un pueblo “elegido” para ser mirado de reojo y con desconfianza por algunos capciosos, una colectividad vilipendiada por ciertos resentidos, una etnia cuestionada, calumniada de parasitaria, avariciosa, usurera, explotadora, y un sinfín de calificativos peyorativos; una comunidad acosada y hostigada con persistencia en el transcurso del tiempo y civilizaciones. Lo padezco desde mi origen- sin haber tenido opción a elegir- como quien nace con una complicación congénita. Las guerras insuperables atraen y renuevan viejos odios que jamás pasaran de moda- y me recuerdan que este es un mundo atroz y sin sentido. Con ellas salen a relucir las bajezas más inmundas de aquellos que no saben vivir ni dejan vivir. Es muy difícil saber cómo cortar y más aún por lo sano. Los muertos no tienen enemigos.