Friday, October 15, 2021

Dormir

 

Esa mañana me levante temprano -como de costumbre- con mi frecuente ansiedad de que todo dura demasiado tiempo. Mientras preparaba mi café, sentía mi cabeza liviana a modo de principio de una borrachera. Esa liviandad paso a ser mareo a los pocos minutos. Tuve que agarrarme de las paredes para llegar a mi cama. Una transpiración fría me hacía tiritar descontroladamente.

Estuve dos días dormitando casi que ininterrumpidamente y sin comer bocado. Sueños vividos me llevaban por pasadizos inhóspitos y desconocidos de mi subconsciente. Logre levantarme un par de veces para ir al baño a tomar agua y lanzar un jugo gástrico amarillento y espumoso que me provoco una acidez áspera.

El tiempo pasaba lento y rápido a la vez: de a ratos sentía un vértigo aletargado que me impedía mantener la vertical y me postraba en una perpetuidad confusa, rotando posiciones en la cama que me ayudaran a conciliar un sueño que me desenterrara de esa pesadilla.

Los cuadros en la pared tomaban volumen y se me venían encima con sus colores chorreantes y repugnantes. Intentaba mantener los ojos cerrados mientras no dormía para que las cosas no giraran a mi alrededor.  Mi mente y cuerpo estaban desconectados, desacompasados –como si se tratara de voluntades opuestas.

En cierto momento el silencio fue total y el aire inodoro- cual si mi olfato y escucha hubieran desaparecido de mi paleta sensorial. Deje de buscar, recordar, creer, pensar, soñar y darme vueltas en la cama. Al fin y sin aviso, la paz conmigo mismo venció a mi mente retorcida e invadió mi cuerpo inerte.





Thursday, July 8, 2021

Fragmentos

 

Lo que en un principio fue placer- se ha transformado en una desvergonzada necesidad: mientras escribo –se desata una orgía en mi mente y esto se ha convertido en una dependencia que tal vez sea pasajera. O quizás no. Hay quienes gustan leer un texto interesante, que les deje un algo y a su vez los haga sentir participes: un libro que “valga la pena” ser leído. Acaso aguardas con cierta esperanza encontrar aquí algo atípico, con un foco y una perspectiva un tanto oblicua. No puedo ni debo comprometerme a tanto: escribo en busca de alivio, desahogo y porque no quiero seguir siendo víctima ni esclavo: para liberarme de mi realidad. Es mi terapia para combatir mi descreimiento, compulsiones, la sensación de vacío crónico, el aburrimiento, la soledad y desconfianza.

Escribo para mí mismo: para recordarme quién soy si llegara la noche en que mi memoria se destruyera en la más senil de las demencias. Además, la escritura me da una sensación de libertad un tanto engañosa porque el lenguaje es un saco de fuerza imposible de huir. Pero esto es lo que tengo y utilizo cuando el vacío y la nada golpean las puertas de mi ser buscando un significado, un propósito o tan solo una intención capaz de transformarse en una ilusión que mantenga la llama vital encendida y alumbre las tinieblas de ese destino tan sabido como inevitable.

Los renglones vacíos de la carilla parecerían ser fosforescentes a la luz del intenso rayo de sol de abril que cae de canto sobre mi cabeza, difícil de obviar y a su vez- lo más contundente e irrebatible que encuentro en este mundo. Necesito del sol para vivir: el hace crecer todo (lo bueno y lo no tanto), broncea la piel y provoca un fuego en mi alma que dejo expuesta para que todos la vean tal cual es y la juzguen sin que yo pueda ni intente evitarlo. De esta forma- dejo mi psiquis al desnudo; la comparto para mi bien y el de todos que así lo entiendan. Las personas que no esconden sus debilidades- sino que las comunican- me hacen sentir un aliado en la causa del diario vivir.

Mi realidad no me supera ni me sorprende. Describir lo que percibo es una tarea engorrosa: solo alcanzo a garabatear retazos de mi sentir, de mi inmadurez emocional y de mi verdad fragmentada. La mayoría de mis días son un disco rayado que se repite hasta el hartazgo como una historia sin principio ni fin. Ir detrás de la zanahoria me embrutece y desgasta. Más que una zanahoria, es una carnada, una trampa -como lo es toda utopía.  

En las noches que logro dormir sueño con un presente esperanzador y hasta sanador a pesar del aburrimiento y melancolía que tránsito en mis horas de vigilia. Mi primer objetivo del día es el reconocimiento de mi existencia, de mí mismo. Me despierto con la arcada a boca de jarro y corro hacia el espejo para ver si soy el mismo que se acostó a dormir la noche anterior o si es alguna capa de mi subconsciente. Otros días, me levanto torcido y siento un falso contacto dentro mío -algo que no funca del todo. El vómito finalmente me alcanza, me afirmo al inodoro y abro la boca todo lo que puedo. Por mi garganta transitan -con violencia reveladora-  mentiras que ayudan a vivir. Estoy temblando y transpirando profusamente. A veces la eternidad dura unos pocos segundos.





Tuesday, April 27, 2021

El agua en su cántaro

Busco un estado de serenidad, de calma que no equivale a resignarme o escapar de mí mismo -sino que deseo encontrar cierto equilibrio ante las desgracias inevitables que transita todo mortal. Lloro ríos de frustración que desembocan en afluentes donde no hay llave de paso que pueda contener y menos aún cerrar el flujo de sentimientos que brotan desde el subsuelo de mi conciencia. Mis venas son los canales de un sistema pluvial desbordado; mis alcantarillas no toleran más lluvias. Necesito procesar mis propias aguas cloacales: agua que viene entreverada con fango, ramas de todo tamaño y resabios que llegan hasta hoy desde el fondo de los tiempos. A su vez, padezco de una utopía incurable: anhelo con todas mis fuerzas- experimentar y sentir a pleno el cántaro inagotable, una disposición y tesitura mental sin limitaciones.

Mientras transcurre mi tormenta intestina- la veo bajarse de su bicicleta enclenque. Su asiento está envuelto en un nylon sucio para evitar que se empape con esa lluvia que tanto me afecta. Arroja unas migas de su pan flauta en el suelo y súbitamente aparece una variedad insólita de aves revoloteando alrededor de su cabeza: los gorriones comienzan a picotear pero son inmediatamente espantados por un par de palomas glotonas de cuello tornasolado que no tienen mejor suerte con los cuervos y sus chillidos ásperos de muerte. A su vez, los cuervos se dispersan cuando las gaviotas aterrizan amenazantes proclamando con su graznido reverberante – el dominio total de esas migajas que ella tiro al piso y ahora ni siquiera recuerda.




Thursday, January 28, 2021

Verle algo a las cosas


Hace rato que me vengo tomando las cuestiones del diario vivir a la tremenda: que la hoja de afeitar del peluquero me puede infectar el SIDA de algún cliente anterior o que la pipa se rompa por dentro sin darme cuenta y me termine tragando pedazos imperceptibles de vidrio. Vivo alarmado intentando evitar lo peor estadísticamente posible. La tensión que genera ese por las dudas después de tantos años de padecerla- me quita energía, entusiasmo y -en definitiva- las ganas de todo. No es conducente mantenerse en ese estado constante de sobresaltado y horripilante fatalismo.

Es harto difícil verse desde afuera y comprender cuan atornillados y enfrascados están nuestros procederes y comportamientos. Cuando encuentre el lugar preciso del pie donde el zapato me aprieta y lo acepte- calculo que mi existencia se tornara un poco más tolerable: una especie de vivir en play sin caer en la necesidad de pulsar el fast forward.

Me voy acompasando a una quietud que por momentos me es irrespirable, dictada por algún sabiondo, travieso de laboratorio que anda experimentando con vidas ajenas. El aislamiento es profundo y denso como una cuenca que se interna tierra adentro por los túneles del tiempo. ¿Estaré olvidándome de la existencia de otras personas? Estoy abocado a mi rescate emocional intentando evitar que una piedra rodante- por mas diminuta que sea- termine estallándose sin anuncio en mi parabrisas anímico.

Escucho sensaciones, pensamientos que no sé de donde vienen ni su por qué. Una imagen, una sola, vale más que un concepto, pre-concepto o duda hacia lo diferente de lo que estoy acostumbrado. Busco verle un algo a las cosas, un algo disfrutable que me permita entrar en un trance que me despegue de lo temporal, y perder así los parámetros circunstanciales para focalizarme en lo sustancial, en lo que queda de pasional en mí.

Trato de existir cómodo con lo mínimo que me es indispensable; simplifico sin perder mi esencia. O me miro al espejo concentrado y me hablo firme, o me pongo a escribir y que sea lo que tú y tus creencias quieran. Además, lo anoto para no olvidarlo -más allá de estilos, formas y gustos. Escribir es tomar una fotografía instantánea de mí mismo.

Lo que más quiero es conocer, intimar con lo que considero bello -que no significa necesariamente equilibrado. Apago la luz y a través de mi ventana- las estrellas con todos sus satélites y planetas son un uno indivisible y sincronizado a fuerza de gravedad o de la falta de ella.

Hace tiempo que se me perdió el esfuerzo. Sin él no sé si alguna vez podre elevarme, iluminarme y ver el camino que me lleve a mi destino. Proyectarme y soñar -aun cuando mis ojos permanecen abiertos- es mi única esperanza de mantenerme a flote.