No
recuerdo, no estoy seguro desde
cuando siento esta acidez, el dolor de mandíbula y mi hombro derecho casi
inmóvil. Supuestamente lo sé- pero no
logro identificar en que preciso momento- mi memoria se desfasó de la realidad.
Cargo con el peso de la dualidad entre teoría y práctica en toda su extensión.
No sé si tendría que permanecer del
lado teórico y alejarme de las inconveniencias que impregnan a la práctica- o si
sería mejor dejarme llevar por los hechos y abandonar la teoría como si fuera
un manual de instrucciones de un artefacto vetusto.
Cuelgo una camiseta blanca en la baranda para que seque al sol. Sentado
a unos metros, noto que el viento la hará caer al piso embarrado. Una parte de
mi- desesperada y ansiosa- quiere evitarlo, aunque también intuyo -sin
comprenderlo del todo- que no voy a poder estar siempre para salvarla de su
inminente caída. Debería permitir que las cosas sucedan sin interferir en situaciones
y cuestiones que tienen su proceso de nacimiento, crecimiento, maduración y epilogo.
Hoy, ayer y mañana son el día después. La noche, la tormenta y su fría oscuridad- quedaron enterradas en las sabanas transpiradas de arrepentimientos y deseos.