Dormir ha sido su forma de evadirse de la realidad desde que tiene memoria.
Sin embargo, ese día se despertó con aliento a desilusión en su boca. Tuvo una
pesadilla que le dejo una llaga profunda en su alma: el fulano más popular de
su generación- le robo su propio sueño imponiéndole un plan sin consultárselo. A
partir de aquella noche, percibe el egoísmo ajeno como una provocación que pone
en peligro su libre accionar. Su dialogo interno se volvió complicado, intenso,
constante, difícil. Decidió encerrarse, esconderse y así entonces- cambiar el
rumbo de su vida con el propósito de sentirse momentáneamente a salvo.
Ahora necesita resetearse, renacer, lograr redefinir su óptica y perspectiva-
que a través del paso del tiempo se ha fijado como sopa quemada en el fondo de
la olla. No sé si le alcanzara con una esponja de aluminio o si tendrá que
comprar una olla nueva, una vida nueva- aunque no crea en la re-encarnación.
No pone todos los huevos en la misma canasta- pero no hay
diversificación alguna que tolere una tragedia. Cuando llueve- moja a todos por
igual. La fe -esa nebulosa indefinida e imprecisa de un optimismo irracional- parecería
ser lo único infalible; el resto del universo está expuesto a la fatalidad y al
descalabro. No hay terremoto, incendio, inundación, adversidad ni catástrofe
que pueda derrotar a la fe y a la esperanza.
Quisiera ilusionarse con que las cosas mejoraran -pero el esceptismo creció
en él como enredadera que no se sabe bien donde comienza ni termina. Debería
pensar en todos aquellos que están peor que él. Lástima que la percepción y el
pensamiento rara vez vayan de la mano.
La incertidumbre lo incomoda y sabe que alcanzar la verdad es imposible.
Él es su único enemigo y lucha contra sí mismo. Sus continuos fracasos lo
impulsan a aprender cosas nuevas que lo hacen sentir un poco menos errado cada
día. Es simple pero no es fácil.
Forma parte del tumulto de despedazados que deambulan por la vida sin
propósitos, metas u objetivos. Es un melancólico que no sabe inventarse una
creencia, un flotador que lo mantenga con la cabeza fuera del agua esperando a que
llegue la embarcación auxiliadora. Descreído, atento al zarpazo del destino- ha
destapado un túnel sin fondo que apesta y su eco sonoro lo traslada a un lugar
que nunca imagino ni soñara.
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