Me quede vacío una vez más. A pesar de mis esperanzas de cambio- los vaivenes me depositaron en un lugar donde mi corazón se encoje y mi cabeza gira imparable buscando entrar en órbita. Vuelvo a anestesiarme para que el dolor no me traspase y sigo haciendo de cuenta que todo está bien encaminado, que son percances momentáneos para lograr un beneficio ulterior. Adormilado y anestesiado como estoy, asimilo mis limitaciones. Lo que se ve de afuera y lo que realmente es -puede llegar a ser diametralmente opuesto.
Los
temas se reiteran, aparecen una y mil veces: propósitos, sentidos, libre
albedrio (en el supuesto caso que se sincronicen multitudes de cambiantes
coordenadas y circunstancias). Tengo la ilusión de que por ahí haya medio
escondido- un nuevo despertar. Pero así como puede surgir en algún momento, así
también se va… tal como apareció. Sin aviso. Por eso -y con cierta insistencia-
golpeo las puertas del pasado; puertas que hace un tiempo inexacto nadie
responde.
Padezco
en carne propia a ciertos individuos que son flagelos de la condición,
consecuencias de un mecanismo mental que no para y tritura todo el tiempo.
Personas que intentan imponer sus ideas, dominar psicológicamente a su
interlocutor, cambiarlo y hasta responsabilizarlo de sus propios defectos. No
les interesa saber lo que piensa el otro o entender su accionar- sino que
repiten hasta el hastió un monologo sofocante que trata de explicar sus formas
de ver las cosas. A pesar del agobio que me generan- he decidido subirles su
autoestima escuchándolos. Es de las mejores cosas que les puedo regalar en
vida.
Toda
religión- tanto sea monoteísta como politeísta- está basada en la fe y la
creencia. Dentro de mis limitadas posibilidades- intento manejarme por la vida
con certezas. Más allá de toda especulación, suposición, parecer y credo- sé que en
algún momento todo termina de una vez y para siempre.
Llego
el momento en que es necesario tomarme un tiempo, único y mío. Diviso un
horizonte lejano e inexistente donde deseo y realidad se unen. Mi musculo
ocular se distiende y reposa; respiro profundo; el aire abandona mi cuerpo y produce
un movimiento tóraxico que me estremece como canino que encuentra al fin su
lugar de confianza, resguardo y descanso.
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