Tuesday, March 12, 2019

Oxígeno


Un último coletazo dio el pez tratando de escaparle al oxígeno que termino envenenándolo.

Murió- al fin- para volver a ser parte de la nada. Ahora es libre y huye del cuerpo en el cual estuvo enjaulado toda su vida.

Otros peces siguen nadando en el ancho mar, presos de sus errores y aciertos; de sus convicciones y sus dudas; de sus miedos, decisiones, pasiones, tristezas y cantidad de otros sustantivos abstractos imaginables y acordes a la carga vital.

Los delfines, los mamíferos más inteligentes según expertos en el tema, viven cautivos de sus pensamientos. Si entendieran la lengua castellana y supiesen leer – les escribiría cuentos inverosímiles que los ayudasen a evadirse de su entorno y realidad acuática.

En cambio, con los monos y chimpancés - seres dicharacheros como pocos- me sentaría a comer una picada, a tomar unos tragos que raspen el garguero y les hablaría de las cosas que más me apasionan – que no son otras que las incoherencias, contradicciones, absurdos, y locuras que forman parte de la condición humana.

El oxígeno se me está terminando: debo volver a la superficie, a mi equilibrado y sensato yo - que terminara envenenándome.




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