Wednesday, May 29, 2019

Droga



Don Frustrado no acaba cuando recién despierta en la mañana. No puede porque la frustración se va acumulando en el correr del día. Al llegar la noche -tiene una buena reserva de frustración acumulada con la cual potencialmente fecundar una nueva vida que será tan frustrante e infértil como la de su procreador.

La vida en si es como cualquier otra droga. Tanto da la legalidad de la droga como la de esa vida que quizás sea la de un hijo natural no reconocido o la del pequeño principito- próximo heredero de una vida de opulencia y excesos.

Cuando uno consume una droga por primera vez, sus efectos son palpables, afecta el organismo y hasta la percepción. Después de un tiempo, el cuerpo se acostumbra al efecto de la no tan nueva droga y cada vez se necesita una dosis mayor para obtener los resultados iniciales.

La vida actúa como cualquier droga: nacemos con toda la energía, los instintos limpios, atentos y prontos para absorberlo todo. Con los años, esa energía se va apagando, el cuerpo ya no responde de la misma manera y el deterioro de huesos, articulaciones y toda la maquinaria corporal – es inevitable.

Envejecemos, algunos enferman y todas nuestras facultades se deterioran al compás de las agujas del reloj. Añoramos aquella juventud lejana que vive en nuestros recuerdos fragmentados, mentirosos y en aquellas fotos amarillentas con olor a humedad encontradas de casualidad en el altillo mientras buscábamos un cable a tierra. Los personajes que aparecen retratados son prácticamente desconocidos para la mayoría de sus descendientes: son fantasmas resucitados pertenecientes a una realidad extinta y fuera de circulación.

Hay quienes toleran el deterioro corporal y mental -e incluso lo llevan con altura. Otros, sin embargo, prefieren la sobredosis letal que les conceda un definitivo alivio y final a sus agonías.




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