Don
Frustrado no acaba cuando recién despierta en la mañana. No puede porque la
frustración se va acumulando en el correr del día. Al llegar
la noche -tiene una buena reserva de frustración acumulada con la cual potencialmente
fecundar una nueva vida que será tan frustrante e infértil como la de su
procreador.
La vida en
si es como cualquier otra droga. Tanto da la legalidad de la droga como la de
esa vida que quizás sea la de un hijo natural no reconocido o la del pequeño
principito- próximo heredero de una vida de opulencia y excesos.
Cuando uno
consume una droga por primera vez, sus efectos son palpables, afecta el
organismo y hasta la percepción. Después de un tiempo, el cuerpo se acostumbra
al efecto de la no tan nueva droga y cada vez se necesita una dosis mayor para
obtener los resultados iniciales.
La vida actúa
como cualquier droga: nacemos con toda la energía, los instintos limpios,
atentos y prontos para absorberlo todo. Con los años, esa energía se va
apagando, el cuerpo ya no responde de la misma manera y el deterioro de huesos,
articulaciones y toda la maquinaria corporal – es inevitable.
Envejecemos,
algunos enferman y todas nuestras facultades se deterioran al compás de las
agujas del reloj. Añoramos aquella juventud lejana que vive en nuestros
recuerdos fragmentados, mentirosos y en aquellas fotos amarillentas con olor a
humedad encontradas de casualidad en el altillo mientras buscábamos un cable a
tierra. Los personajes que aparecen retratados son prácticamente desconocidos
para la mayoría de sus descendientes: son fantasmas resucitados pertenecientes
a una realidad extinta y fuera de circulación.
Hay
quienes toleran el deterioro corporal y mental -e incluso lo llevan con altura.
Otros, sin embargo, prefieren la sobredosis letal que les conceda un definitivo
alivio y final a sus agonías.
No comments:
Post a Comment