Se despierta sudando y con un nudo en la boca del
estómago, casi que asustado de todo lo que escapa a su voluntad. Se levanta más
cansado y abatido que al acostarse la noche anterior. El peor mes de lo que va
de su vida acaba de culminar. Espera que la realidad no vuelva a demostrarle lo
ingenuo que es.
Se hace la
cabeza para evitar males innecesarios.
No es una actividad consciente, es una conducta aprendida que intenta evitar
futuros inconvenientes. Sin embargo, esta táctica no le funciona: terminan
ocurriendo otros males que ni siquiera se le hubiesen ocurrido en su peor
arranque de paranoia. ¿Existen males necesarios -de esos que duelen en su
momento pero que nos dejan una enseñanza y lo ayudan a uno a crecer?
Recrear mentalmente -una y otra vez- posibles
situaciones límites es tan inútil como pensar que uno es quien no es. La
realidad es más imprevista que nuestra peor pesadilla. Ella nos tiene preparado
una munición de sorpresas y hechos que son inesperados para una mente ingenua
como la nuestra.
Calcula que –como en todo en la vida– existen males
chicos, medianos, grandes, inmensos, profundos, pasajeros, de los que dejan
secuelas, de los que suceden casi sin darnos cuenta. Males ajenos y propios.
Sería más eficiente de su parte- utilizar esa energía
con la que se hace la cabeza para
actividades más eficientes como – por ejemplo- mitigar los males que si
terminan ocurriendo. En otras palabras: ocuparse en vez de preocuparse. No es posible
tener todo bajo control; eso es cuestión de dioses todopoderosos y de
superhéroes de historieta.
Él necesita saber cuál es la lección que debe aprender
ante la eventualidad, intenta buscar algo positivo en todo esto. Quizás con
otra perspectiva -que solo el paso del tiempo se lo puede dar – descubra lo que
hoy no puede. Intuye que la relatividad de todo lo que forma parte de este
mundo- cosas, ideas, conceptos y hasta sentimientos- juega un papel principal y
preponderante en su entendimiento.
El tenue sol de invierno se acerca al horizonte y se
esconde detrás de unos nubarrones amenazantes- dejando espacio para que la
oscuridad penetre en el ambiente. La ausencia casi absoluta de luz empareja las
disparidades y las minimiza al punto tal de no poder reconocer lo cierto de lo
incierto, lo utilizable de lo que es desperdicio, lo importante de lo urgente,
lo conveniente de lo que no es. En ese instante él levanta su vista y contempla
una pompa fúnebre circulando a paso de hombre frente a la puerta de su casa. La
persona que va en la parte trasera del vehículo que lidera la caravana – ya no
tiene más problemas ni preocupaciones.
No comments:
Post a Comment