Wednesday, March 22, 2023

A pesar de todo aun te extraño

Deambulaba por la playa un día soleado e invernal. Divise a lo lejos algo parecido a un lobito marino o tal vez una sirena. El resplandor de los rayos era tal que no podía distinguir que era ese bulto a la distancia a pesar de mi esfuerzo visual. El agua estaba tan fría que después de pocos minutos de tener mis pies inmersos- deje de sentirlos. A medida que me iba acercando me di cuenta que se trataba de una persona. Ella estaba boca arriba, con los ojos cerrados, su estómago subía y bajaba con una cadencia perfecta, al son de su respiración. La observe algunos segundos sin acercarme demasiado. Era preciosa: facciones eslavas, un cuerpo que parecía hecho por algún dibujante obsesionado con las formas perfectas e inspirado por los dioses de la procreación. Tenía un traje de baño de dos piezas; no había ningún objeto alrededor de ella. Seguí andando, no quise interrumpir su descanso. Parecía como si se hubiera metido en el océano en algún paraje lejano y la corriente la hubiese traído a estas costas. ¿Pero cómo podría ella haber sobrevivido tantos kilómetros a la deriva? Las preguntas se me juntaban a borbotones y encontraba respuestas que salían desde una parte desconocida de mi conciencia, como si hubiera otra persona conviviendo dentro mío. Después de un rato volví al lugar donde la había visto. No se había movido. Sus ojos claros y transparentes -como las consecuencias del paso del tiempo- estaban abiertos y mirando boca arriba un cielo carente de nubes. Se sentó, me miro detenidamente sin susto ni sorpresa y me dijo algo que no comprendí. Ante la falta de respuesta, volvió a hablarme pero esta vez lo hizo pausadamente como para hacerse entender lo mejor posible. Su voz era dulce aunque el idioma que utilizaba me era completamente desconocido. Le respondí que no entendía girando mi cabeza de derecha a izquierda- a lo que ella me contesto algo indescifrable. Instantes después encogió sus hombros, se paró, sacudió la arena de su cuerpo, miro hacia todos lados y comenzó a caminar, quizás sin saber a dónde pero con paso decidido. Desapareció de mi campo visual tan rápido como una criatura pasa de la risa al llanto. Taciturno y apesadumbrado continúe rumbo hacia mi actividad habitual. La rutina me deglutió con sus fauces abiertas de par en par, me digirió con aplastante indiferencia y me defecó en el más absoluto de los olvidos.





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