Percibo
Toco fondo, quedo vacío una vez más: una vieja angustia -que durante décadas la vengo pateando hacia adelante y llenandola de bastones emocionales de toda índole y calibre- me vuelve a encontrar, de frente, más grande y sólida que nunca, con años de frustraciones y atajos emocionales acumulados.
El parque de atracciones mecánicas infantiles es testigo de mi nuevo y- a su vez -archiconocido pozo existential. Los infantes con sus ocurrencias llenan la falta de propósito que domina mi humor, mi temperamento, mi tristeza por haber fallado una vez más en mi intento de rehacer mi vida. Permití- por no habermela jugado- generar dudas en mi entorno que fueron cubriendo un cielo estelar en otro poblado de tormentas y vientos huracanados.
Temblando, con los ojos llenos de lágrimas y la boca del estómago hecha un nudo- decido que no puedo dilatarme ni un segundo más y debo enfrentarla aunque me lleve puesto y me haga trizas para de una buena vez por todas- lograr alcanzar mi paz interior sin depender de ninguna otra persona que no sea yo mismo
Ahora que lo tengo decidido- debo ejecutarlo, pasar de lo dicho a lo hecho, dar el paso hacia el vacío más oscuro, absoluto y exorcizar esos monstruos y fantasmas que aún desconozco y que, sin embargo, me vienen esperando pacientemente hace demasiado tiempo. Quiero sanar, recomenzar, barajar y dar de vuelta.
Pienso
Aguas vivas portadoras de miedos e inseguridades envenenan al transitar con sus medusas llenas de dolor, desasosiego y melancolía un océano conductor de vida, presente y alegrías.
Los árboles sonríen agitando su follaje estival mientras mi amor se funde en sus entrañas solidificando una pasión visceral que viene desde el fondo del tiempo.
No es aconsejable ni recomendable iniciar un fuego con leña verde, así como tampoco tiene sentido transcurrir por la vida sin amor alguno.