Friday, August 30, 2024

La perfecta imperfección


Una vez más el aburrimiento con sus infinitos y secretos tentáculos volvió a enroscarme en su marea de altamar.  que no me soltara hasta que no pare de combatirlo, hasta que deje de darle lo mejor que aun me va quedando. Lo escribo y cuento aquí – como buen narciso que soy- intentando ó aun sabiendo que no lo lograre cabalmente ni de forma satisfactoria, con el absurdo cometido de afirmar mi perspectiva (una vez mas), y así ayudar a aliviarme y que ese alivio perdure en una eternidad cuestionable.

Existen días- y noches- en que el sinsentido y los vacios existenciales son más palpables y aparentes de lo que lo son habitualmente. Sigo como caballo descabellado, inefable, místico e incunable hacia una meta que desconozco. Mi lucha constante contra la desilusión me tiene a mal traer, me enmudece dejándome de un modo huraño el cual no me es cómodo para andar por la vida. 

Mi entramado social ha desaparecido como el humo y no vislumbro su re-establecimiento. Es algo que he demorado toda mi juventud en construirlo y desapareció en un cerrar y abrir de ojos: una mala decisión, un engaño y otras atrocidades pueden deshacer demasiado rápido lo que tanto se demora en construir. La astucia no es parte de mi diccionario. En general las cosas diarias y ordinarias bastante me dificultan.

Proclamo y reclamo mi sanidad por esta vía. Soy un ser melancólico, mercantil y romántico de las ideas, la gloria, de la inmortalidad ilustre mas allá de todo accionar humano. Mi vanidad me hace amar mi propia elocuencia, la cual es avasallante por momentos.

No soy cazador sino que soy perro que no ladra, pájaro que no vuela, recolector de la miseria consistente en que nada depende de mí. Siempre he estado solo pero a veces lo estoy más aun.

Un día dejare de ser yo y pasare a ser él, omnipresente e invisible a la vez- volveré a un paraíso creado por el imaginario escrupuloso de los y las humanas donde todo me sea dado, seré dueño de mi tiempo mas no de mis temores y desvelos -que no harán más que crecer como los alimentos que brotan gracias a la lluvia y al sol.

Temo -al punto de aborrecerlo- al maldito detalle que hara caer la pirámide de naipes tan perfecta y pacientemente construida.





Tuesday, December 12, 2023

Intersticios mentales

1.   Una hoja perfectamente verde va caducando imperceptiblemente y cuando menos lo espera -su color cambia, su tamaño y consistencia también. Ahora se aferra de su cabo lo más que puede. Trata de convertirse en perenne a pesar que conoce su condición finita. Al tercer o cuarto viento cae y se desliga para siempre del tronco que una vez creyó inmutable y atemporal.

 

2.   Vivo en un lugar que supo existir en mi infancia. Me llego la versión de que ese lugar ya no es más lo que supo ser. No sé si la apreciación del observador es desde su punto de vista más o menos objetivo o desde su filtro que lleva más de cuarenta años recibiendo información que interpreta según sus carencias, necesidades vitales y psicológicas.

 

3.   Sin mala intención alguna- ciertos pensamientos se esconden en pliegues olvidadizos de mi memoria, lugares vírgenes y sin resaca, limpios de todo abuso.

Hago lo que siento que me hace bien. Si no lo hago, ¿quién lo va hacer por mí? Por eso lo hago pausado y lo más tranquilo posible, con olor a verano de Atlántidas, Toscas y Parques del Plata.

 

4.   Pensar solo en el futuro es igual a auto eliminarme, a limitar mis cualidades y dones. Si existe una persona que pueda morir en paz, quisiera conocerla, acariciarla, mimarla y darle lo mejor de mí, incluidas mis siestas escuchando la lluvia caer sobre el cemento. Voy desvaneciéndome, como si nunca hubiese existido. Una vez que me llegue el momento culminante- quisiera estar soñando acerca de lo imposible, lo inefable, lo incunable, lo pragmáticamente inexistente.

 

5.   Mi dolor es por momentos inexplicable pero cuando cesa- aparece el instante casi que mágico y es ahí donde ocurre el milagro: mi alma logra sincronizar con el mismísimo universo.

 

6.   Intento no ignorar nada y disfrutar da las cosas que están a mano. Tomo de las mieles de un éxito escaso y hasta discutible. Escribo palabras que mis procesos mentales no alcanzan a entender con certidumbre.

 

7.   Debería hacer un esfuerzo consciente en no pensar tanto en mí, en no ser tan egoísta. Eso además me ayudaría a no cuestionarme tanto y a desarrollar un mínimo de compasión por el resto de la humanidad.

 

8.   Hay que armarse de paciencia a cualquier costo- incluso a costa de la salud física pero más que nada de la mental. He perdido amistades, bandas de música y mujeres. Sigo camino mientras la soledad me arroba y me empapo absolutamente en ella.

 

9.   No existen más los apuros en mi vida: todo también puede esperar. Sin embargo, no me doy tiempo a madurar las cosas que importan. Mi cabeza anda por las nubes aunque el día este despejado.

 

10.   Tengo una facilidad nefasta para enfocarme en lo negativo y dramático de cada situación y experiencia vital. Mi vida está por explotar en el aire y sin embargo algo inesperado me “espera” a la vuelta de la esquina.




Tuesday, January 10, 2023

Intestinal

A pesar de su costumbre de reírse de aquellas personas que se refieren a sí mismas en tercera persona -como buenos egocéntricos que son- dicen los que lo conocen que es un tipo querible y hasta afable. Hubo un extenso periodo en su vida en que el reprimía a toda costa todo lo que consideraba inapropiado.

De muy joven en casa de su primer novia -además de dominar su boca ante situaciones familiares desfavorables para su amada- contenía también sus flatulencias por temor a ser escuchado. Con el paso del tiempo supo -luego de consultarlo con un gastroenterólogo -que su intestino vive irritado y era esa la causa de sentir unas ganas irrefrenables de deshacerse de gases que le generaban y aun le generan malestares en su sistema digestivo. 

Una vez diagnosticado sobre su condición intestinal- se permitió evacuar flatulencias sin tantos pruritos. Algo similar sucedió con sus pensamientos: se dio cuenta que su mesura en situaciones críticas lo hería y dañaba en su fuero íntimo. Así fue que empezó a decir cosas que la gran mayoría de su entorno no tolero ni quiso volver a escuchar. Entonces fue encontrándose cada vez más aislado y dejado a un lado pero sin tantos retorcijones ni remordimientos.

Algunos lo etiquetan de difícil, complicado e intenso. Mientras tanto, él no se victimiza e intenta focalizarse en lo esencial e indispensable. Por algo los ojos están en la cara y no en la nuca: para ir hacia adelante.



Foto gentileza de Andres Aksler.

Thursday, January 28, 2021

Verle algo a las cosas


Hace rato que me vengo tomando las cuestiones del diario vivir a la tremenda: que la hoja de afeitar del peluquero me puede infectar el SIDA de algún cliente anterior o que la pipa se rompa por dentro sin darme cuenta y me termine tragando pedazos imperceptibles de vidrio. Vivo alarmado intentando evitar lo peor estadísticamente posible. La tensión que genera ese por las dudas después de tantos años de padecerla- me quita energía, entusiasmo y -en definitiva- las ganas de todo. No es conducente mantenerse en ese estado constante de sobresaltado y horripilante fatalismo.

Es harto difícil verse desde afuera y comprender cuan atornillados y enfrascados están nuestros procederes y comportamientos. Cuando encuentre el lugar preciso del pie donde el zapato me aprieta y lo acepte- calculo que mi existencia se tornara un poco más tolerable: una especie de vivir en play sin caer en la necesidad de pulsar el fast forward.

Me voy acompasando a una quietud que por momentos me es irrespirable, dictada por algún sabiondo, travieso de laboratorio que anda experimentando con vidas ajenas. El aislamiento es profundo y denso como una cuenca que se interna tierra adentro por los túneles del tiempo. ¿Estaré olvidándome de la existencia de otras personas? Estoy abocado a mi rescate emocional intentando evitar que una piedra rodante- por mas diminuta que sea- termine estallándose sin anuncio en mi parabrisas anímico.

Escucho sensaciones, pensamientos que no sé de donde vienen ni su por qué. Una imagen, una sola, vale más que un concepto, pre-concepto o duda hacia lo diferente de lo que estoy acostumbrado. Busco verle un algo a las cosas, un algo disfrutable que me permita entrar en un trance que me despegue de lo temporal, y perder así los parámetros circunstanciales para focalizarme en lo sustancial, en lo que queda de pasional en mí.

Trato de existir cómodo con lo mínimo que me es indispensable; simplifico sin perder mi esencia. O me miro al espejo concentrado y me hablo firme, o me pongo a escribir y que sea lo que tú y tus creencias quieran. Además, lo anoto para no olvidarlo -más allá de estilos, formas y gustos. Escribir es tomar una fotografía instantánea de mí mismo.

Lo que más quiero es conocer, intimar con lo que considero bello -que no significa necesariamente equilibrado. Apago la luz y a través de mi ventana- las estrellas con todos sus satélites y planetas son un uno indivisible y sincronizado a fuerza de gravedad o de la falta de ella.

Hace tiempo que se me perdió el esfuerzo. Sin él no sé si alguna vez podre elevarme, iluminarme y ver el camino que me lleve a mi destino. Proyectarme y soñar -aun cuando mis ojos permanecen abiertos- es mi única esperanza de mantenerme a flote.







Monday, October 26, 2020

Inconexo

 

No recuerdo, no estoy seguro desde cuando siento esta acidez, el dolor de mandíbula y mi hombro derecho casi inmóvil. Supuestamente lo sé- pero no logro identificar en que preciso momento- mi memoria se desfasó de la realidad.

Cargo con el peso de la dualidad entre teoría y práctica en toda su extensión. No sé si tendría que permanecer del lado teórico y alejarme de las inconveniencias que impregnan a la práctica- o si sería mejor dejarme llevar por los hechos y abandonar la teoría como si fuera un manual de instrucciones de un artefacto vetusto.

Cuelgo una camiseta blanca en la baranda para que seque al sol. Sentado a unos metros, noto que el viento la hará caer al piso embarrado. Una parte de mi- desesperada y ansiosa- quiere evitarlo, aunque también intuyo -sin comprenderlo del todo- que no voy a poder estar siempre para salvarla de su inminente caída. Debería permitir que las cosas sucedan sin interferir en situaciones y cuestiones que tienen su proceso de nacimiento, crecimiento, maduración y epilogo.

Hoy, ayer y mañana son el día después. La noche, la tormenta y su fría oscuridad- quedaron enterradas en las sabanas transpiradas de arrepentimientos y deseos.



Dibujo de mi hija



Thursday, September 17, 2020

Anoto


La ansiedad generalizada me retuerce los intestinos y la artritis ahonda mi melancolía. Somatizo mis carencias mientras escribo sobre el cemento frio, de aspecto invernal, metálico, parco, sin gusto e inoloro. No estoy haciendo una demostración de un producto que funciona con solo enchufarlo. Intento que los voltios corran e inunden el cable de la confianza, a través del cual podría volver a ilusionarme de que es posible, aunque la zanahoria con su vaivén hipnótico -no pueda esconder del todo la trampa inherente de la realidad.  

Noto y anoto lo que escucho de rebote: los pájaros mecánicos cumplen su trayecto con una constancia de reloj; las gaviotas vuelan sobre mi cabeza con su trinar marítimo; otras aves avisan con su canto que el día se va terminando; vuelan hacia sus nidos buscando resguardo, calor y refugio.

Se abre un paréntesis con forma de cueva donde aparecen pretéritos indefinidos e indecisos; hoy hay programa completo: mantengo la mayor cantidad de vicios posibles- sin llegar al extremo de que me lastimen. La moderación es como cuando se tiene la guinda de cuero dominada debajo de los tapones.

Cierro una puerta y queda trancada automáticamente. Finaliza una etapa y no hay vuelta atrás posible. Estoy en un cuarto cuya forma- valga la contradicción- es amorfa: no es rectangular, tampoco cuadrada ni siquiera un trapecio. Hay demasiado poco para hacer aquí- lo cual me resulta ser un poco demasiado. El nudo de la angustia que sujeta a mi garganta se suelta; los esfínteres ceden al fin- permitiendo que las inmundicias corporales fluyan y pueblen el ambiente de un pudor inútil e inevitable.

Soy feliz y lo ignoraba -aunque la felicidad siempre me ha resultado un concepto esquivo de entender. Deduzco que tienen más chances de ser felices los que menos necesitan del mundo exterior- tanto sea material como emocional -y quienes comprenden que lo simple es tan imprescindible como indispensable.




Tuesday, July 28, 2020

Solo supo hacer el bien


Hay individuos que no llegamos a conocer, pero aprendemos a quererlos a través de relatos de terceros. Más aun, cuando uno tiene el honor de llevar su nombre por la vida. Hoy escribo para homenajear a mi abuelo, quien respiro por última vez hace más de medio siglo.

De todas las cosas que he oído hablar sobre él, me interesan más las que no me fueron contadas, las que he constatado con mis propios ojos. Quizás por eso son de mi interés: porque son dilucidaciones que pude construir e imaginar sin la ayuda de relatos familiares.

Lo primero que salta a mi vista -son sus rasgos faciales y la tonalidad de su piel. Viendo fotos de él, advierto que su procedencia y su aspecto iban en direcciones divergentes. Intuyo que hay muchas cosas que no se de él ni de su historia genealógica.

Otra cuestión que capta mi atención es cuando uno va a visitarlo al cementerio: es tradición, dejar piedritas sobre las lapidas de las personas queridas como señal de que aún son recordadas. Recorriendo ese sendero creado por los mortales -para tal vez sugerir o rememorar la inmortalidad del alma - siempre me sorprende la montaña de piedritas depositadas sobre su tumba. A pesar de haber desaparecido físicamente hace muchas décadas, todavía hay gente que lo recuerda y añora. Si uno mira alrededor, las otras lapidas -tristemente- casi no tienen piedra alguna sobre ellas.

Sus parientes vamos al cementerio una vez, quizás dos veces al año (dependiendo como se presente la zafra mortuoria). Teniendo en cuenta la asiduidad con que su familia concurre al cementerio, es asombroso que siempre haya tantas piedritas depositadas sobre su tumba. Hace varios carnavales que sus contemporáneos dejaron este mundo. Entonces, ¿quién o quiénes serán los que se empecinan- año tras año- dejar constancia, como reza sobre su lapida, que el hombre enterrado debajo de ella solo supo hacer el bien?




Friday, July 24, 2020

ɐʇlǝnʌ opɐp

Jalvín va al fondo, por suerte hoy no llueve; aprovecha la intemperie de su pequeño jardín, observa las plantas bailando al son de la brisa, disfruta del cantar de los pájaros antes que sus vecinos den señales de vida, sinónimo de alboroto y ruidos molestos. Retomo la lectura, releo lo que ya había olvidado. Jalvín vuelve a perder su tiempo regando un pasto imaginario, tarea obstinada que desarrolla con una naturalidad y perseverancia propia de su herencia milenaria.

Salgo a caminar por el barrio. Entro al almacén y le pregunto a la persona detrás del mostrador: ¿qué sentido tienen las cosas? ¿Cuándo será el momento de ser felices- aunque sea tan solo un espejismo? ¿Vos sabes que es lo que estamos esperando? Ella me mira con ojos chúcaros y taimados; no es lo que esperaba un martes de tarde, aunque tampoco descarta de plano mi planteamiento existencial; entiende de donde viene mi cuestionamiento, su pureza, su lado utópico, noble e iluso. Habría sido más simple para ella si le hubiese pedido una peluca fucsia o un frasco de comida para murciélagos. Pero no, hoy no pudo ser; quizás mañana. Si, mañana será otro día, otra sensibilidad y necesidades.

Cuento con una brújula interna que me ayuda a dirigirme hacia el destino anhelado. Esa guía suele ser oportuna, racional y me mantiene fuera de líos; pero si la aguja se dañara por acumulación de desilusiones, mentiras, sinsabores y frustraciones- correría el riesgo de perderme en un camino plagado de buenas intenciones. Si a eso sumo una genética, condición y ambiente propicios- podría llegar a despertarse una voz interna, intrusiva, que nunca calla en la desbalanceada química de mi cerebro. Es una voz que magnetiza y arrastra a quien la escucha –entre otras cosas- a percibir pensamientos como si fuesen hechos concretos.

En mi mente se proyectan películas incoherentes, repetitivas, improbables y perturbadoras al borde de la obsesión- una y otra vez. Mientras tanto, algo queda flotando en mi subconsciente, aunque no pueda percatarme del todo de que se trata. Un algo que veo y asimilo: una impresión del momento. A partir de ese algo, construyo una estructura de donde agarrarme, un paraíso, un lugar lejano, perfecto, inalcanzable y lleno de idealizaciones.

La hora adulta del día -con su sol de durazno maduro cayendo del árbol- se despliega frente a mis ojos en cámara lenta. Un atardecer de verano suburbano, donde el aire sopla diferente que entre los altos edificios del centro. El aroma de los frutos y los vegetales emanan su sano atrevimiento. Se acerca la hora de cenar, ducharse y volver al sueño. Mañana será otro día, idéntico al previo.

La redundancia -monótona y periódica como el tictac del segundero- se me hace exagerada, la sufro cual si fuera un castigo, como si se tratara de una lección que todavía no he aprendido y en este momento debo enfrentar si o si- para de una vez por todas superarla y estar listo para la próxima condena o desafío que me prepare hacia el destino inevitable: la nada misma, el olvido eterno, tal si nunca hubiese existido mi impronta sobre la faz de la Tierra.





Monday, July 6, 2020

Ganas de nada


Hoy ando con suerte: me dejaron entrar más temprano que de costumbre a mi guarida, a mi resguardo. Las ventanas abiertas dejan expuestas múltiples hojas que visten a los árboles en pleno verano. Mi mirada queda suspendida en algún lugar y los recuerdos emanan sin timidez. Las imágenes son mi presente. Huelo algo conocido que me devuelve al lugar exacto donde estoy.

Tengo que enfocar diferente: no solo ver todo lo que falta, sino también disfrutar de la abundancia. Emociones y pragmatismos- antagónicos como lo son el talento y la mediocridad- conviven en mí. ¿Soy capaz de extraerme de lleno, sin refugios, completa y absolutamente? El entusiasmo debo encontrarlo debajo de cada baldosa, pese y a pesar de otros.

Está bien que no me destruya, pero tampoco quiero vivir con el susto a boca de jarro. Ni padecer miedos crónicos- ni ser un héroe intergaláctico, fuente de inspiración caricaturesca de tiempos a otro paso, sin poderes remotos ni procedimientos mecanizados y perfeccionados hasta en el más mínimo detalle.

La ilusión es fundamental en toda creación; es un nuevo despertar. Lleno mi alma con ella, por las dudas de que exista; el espíritu también. Las influencias de los maestros del buen gusto y la indiferencia de varios comparten pieza en mi altillo. Buceo en mi rio emocional intentando hallar - en sus aguas marrones y turbias - motivos, sentidos, tesoros perdidos y olvidados en el fondo del tiempo.

Debo ir a dormir ahora; mañana tengo que salir temprano al mundo de aquellos que desconozco, que no prefiero y cuyas apariencias son opuestas a mi realidad. Trabajar es una necesidad o quizás un error. Un descuido llena de hongos verduzcos el interior de mi congelador desenchufado. Absorbo mi respiración, profunda, completa; una inspiración del momento focaliza mi atención más allá de mi apatía y desgano perenne; la lluvia con su melodía monótona, cae de bruces sobre las chapas.



Thursday, March 19, 2020

La primera curda


El verano en todo su esplendor favorecía con su clima al Macuca que con su novia y amigos en común- acampaban a orillas del Rio de la Plata. Los estrictos padres de su joven novia le prohibieron terminantemente a ella- seguir viaje rumbo a las playas oceánicas del este uruguayo después de terminados aquellos cinco días de campamento pactados de antemano. Esa prohibición tenia a maltraer a ambos que no atinaban a disfrutar plenamente de esos cinco días de campamento estival.

El penúltimo día, las muchachas decidieron ir a Piriapolis a pasear. Ese día, Macuca reventaba de calor y se lanzó hasta el único almacén que había en la vuelta a comprarse un helado. El Monona no dudo en acompañarlo en esa caminata de cuarenta y cinco minutos. Llegaron con la lengua para afuera, el sol les daba de canto; las chicharras se desgañitaban desde los pinos acusando el calor imperante.

Para sorpresa y decepción de ambos, la heladera del almacén estaba rota, así que no había helados, refrescos fríos, ni hielo; todo estaba a temperatura ambiente. El Monona resolvió que lo más rescatable de lo poco que había a la venta- era un vino suelto blanco. Se sentaron a la sombra a tomar. La temperatura reinante y la dulzura de aquel “néctar” contribuyeron a que ese brebaje no durara más de un rato. Volvieron a entrar al almacén a comprar otro litro de vino blanco. Solo del tinto quedaba en la damajuana- anunció el somnoliento dueño con afable hostilidad. Embudo mediante, la botella de plástico quedo pintada de un violeta incierto.

Ya con el garguero caliente, el tinto lija -que no era dulce como su antecesor- fue paladeado sorbo tras sorbo. El Monona, un par de años más grande que el Macuca, sabía de sobra lo que era el alcohol y sus consecuencias. El Macuca estaba tan verde en asuntos etílicos como el color de las hojas de los árboles que intentaban protegerlos del sol abrasador en su retorno al campamento.

El Macuca disfrutaba de una liviandad inédita, sentía una alegría ajena y anestesiadora. El Monona caminaba a su lado, muerto de risa y guiaba a su amigo para que no terminara de cara contra el piso. La vuelta fue mucho más larga y lenta que la ida. Ni bien llegaron – notaron que las jóvenes ya habían regresado del paseo. En eso, un inesperado fuego volcánico trepo desde el estómago del Macuca pasando expreso por su tráquea e hizo erupción a la vista de absolutamente todos los acampantes. La virulencia de aquel estallido, impacto a su novia como nunca antes: ella jamás lo había visto así. Ayudaron al Macuca a acostarse boca arriba sobre el suelo con un tronco debajo de su nuca. Desde esa posición dormitaba y cada pocos minutos desafiaba de manera imprevista a la ley de la gravedad: era una fuente que lanzaba chorros de líquido rojizo hacia el cielo, increpándole clemencia al etanol todopoderoso para que aquel martirio terminara.

Entre vómito y vómito- ensayaba mentalmente diferentes tipos de disculpas para con su novia. Al anochecer, ella, incrédula, fue a increparle de que cómo había terminado de aquella manera, que no podía dejarlo un minuto solo, que la vergüenza que le estaba haciendo pasar, que por que le hacía esto a ella que lo quería tanto. El la escuchaba mientras soportaba la impotencia de no poder controlar que todo a su alrededor girara sin parar. Ella sentada a su costado esperaba una respuesta, un algo. El Macuca, desde lo más hondo de su padecimiento, le contesto con voz distante- como si lo hubiese dicho otra persona: es todo por tu culpa.



Monday, March 16, 2020

J'eus été a rockstar


He tenido la suerte, motivación y perseverancia de integrar varias bandas durante gran parte de mi vida. Algunas de ellas – a mi modo de ver y escuchar – eran más que aceptables. Casi siempre he sido uno de los miembros fundadores y no creo que fuese una casualidad aislada: probablemente se debe a mi cuasi incapacidad de adaptación a un proyecto que no lo haya parido.

El grupo con el cual tuve más recorrido- duro casi nueve años: editamos dos discos, tocamos en vivo infinidad de veces, ensayábamos religiosamente y hasta incluso nos dimos el “lujo” de hacer una mini gira.

Con el paso del tiempo, los ensayos tomaron un carácter ritual y terapéutico: se convirtieron en un pasadizo que me permitía entrar en contacto intermitente con lo inmaterial, lo incuantificable, eso que no se puede tomar con las manos ni determinar su aroma. Las cuestiones circunstanciales y miserias humanas se esfumaban mientras ensayábamos: los domingos a las cuatro de la tarde era la cita ansiada con la frontera dimensional donde tiempo y espacio se fundían para que lo realmente importante le quitara protagonismo a las urgencias. 

Ensayar, tocar en vivo y grabar cuando teníamos el dinero suficiente –eran los puntales del enlace pentatónico que unía a los integrantes de la banda.

Mi bajada de ficha ocurrió en aquella “gloriosa” mini gira que nos llevó -junto a una banda amiga - a cinco parajes diferentes. Me costó -más de lo anticipado- alejarme de los míos durante algunos días, que no fueron muchos, pero los percibí como tal. En ese periplo, me di cuenta que las vidas de los integrantes de aquel clan sonoro eran muy diferentes fuera del matrimonio musical. Nuestra afinidad estaba basada -casi exclusivamente- en nuestro proyecto en común.

En la ruta -camino a nuestra próxima presentación de aquella mini gira- sentimos unos bocinazos persistentes: venían desde la camioneta de nuestra banda amiga que nos pasaba por la izquierda. A través de sus ventanas delantera y trasera - que estaban abiertas y apuntaban hacia nuestro vehículo – asomaban un par de culos desnudos acompañados de sonoras carcajadas. Ni bien nos pasaron, policía caminera los paro e invitaron a estacionarse a un costado de la carretera.

Esa noche, llegaron al boliche bastante más tarde que nosotros y nos contaron que los multaron. Lo que nunca llegue a saber es si la multa fue por exceso de velocidad o por tener culos demasiado peludos.




Tuesday, October 8, 2019

La estaca


Desperté después de cuarenta y cuatro años con una estaca clavada en el medio del pecho. Recién ahora comienzo a sentir un dolor que había estado bloqueado hasta hoy en mí. Bien…y ahora que soy consciente de su presencia: ¿qué hago? ¿Debería intentar convivir con ella o tendría que desclavármela de una buena vez y para siempre? Si me decido a convivir con ella, el primer paso a dar es aceptarla como es. De lo contrario, tendría que desclavarla de manera tal- que no quede astilla alguna dentro mío. Más de un@ se hace la astilla observando historias ajenas, que no le pertenecen ni incumben. Lo mejor será que duerma una buena siesta antes de tomar una decisión de esta naturaleza.

Sé que los extremos no son los mejores consejeros. Debería matizar la situación; compartir vida, alegrías y de las otras (las que no avisan que ya están). No quisiera perderme lo que sucede en el mundo con sus maravillosos ciclos concéntricos de rotación y traslación sobre un eje que solo unos pocos pueden ver. Una imagen o tan solo la búsqueda de lo que no es aparente, esas cosas que solo aparecen cuando limpiamos a fondo con la ropa de fajina puesta. Intento – cual si fuera arte de magia- mirar las cosas de siempre desde otro foco, evitar mi mirada escéptica que fija toda su atención en algo particular y minimiza todo su entorno.

Sigo sin saber cuál es la opción correcta. Nada me es fácil. La paranoia me estorba y me corrompe desde el pozo profundo e infinito del miedo y la irracionalidad. Deseo encontrar palabras, conceptos e ideas que me alivien a sobrellevar mi tormento. Quiero ser breve pero no puedo. Me explayo en un sinfín de detalles que solo tienen significado real y cabal para mí. Ustedes intentan comprenderme –pese a que lo que están leyendo es un extracto de mi pensamiento -que al ser texto-  está fuera del contexto en que se originó.

Me siento invisible a los ojos del resto. Paso inadvertido, desvalorizado de una habilidad que no he llegado a dominar ni a tener. Irremediablemente, la indiferencia se vuelve hacia mí -una vez más- para clavarme su estaca llena de vacío y decepción. Una estaca que nunca había terminado de desclavarse del todo.



Wednesday, July 10, 2019

Paul McCartney




Me encontré con Paul McCartney. Como se imaginarán, fue de lo más inesperado. Estábamos en un lugar que me resultaba sumamente familiar, muy pero muy cerca de donde vivo.

Entablamos una conversación más que cordial a los pocos instantes de habernos conocido. Le manifesté -como era de esperar- mi admiración hacia su música. Claro, no le dije que en realidad me gusta e identifico mucho más con la música de Lennon que la de él.

A cierta altura de la breve pero intensa conversación que mantuvimos, hubiese querido contarle que de niño, yo pensaba que había sido adoptado y que mi verdadero padre era John Travolta. Pude recapacitar a tiempo y dejé que ese pensamiento de mi etapa infantil - fuera atrapado por ese filtro mental que no siempre me funciona o no me funciona del todo bien.

Le que sí le dije es que tengo cantidad de sus discos en mi casa y que me gustaría que me los autografiara. Le expliqué que vivía muy pero muy cerca. El asintió y dijo que me esperaría.

En el corto camino hacia mi casa- me enredé con pormenores, situaciones molestas e insignificancias varias que me fueron embarullando y alejando de lo verdaderamente importante, de mi plan, de mi cometido.

Pasó un tiempo que me es imposible de cuantificar hasta que volví al lugar del encuentro. Como era de esperar, Sir Paul McCartney se había marchado.

Sin rumbo, sin ansiedad ni pensamientos específicos- comencé a caminar hacia la densa oscuridad que me esperaba impertérrita.


Thursday, July 4, 2019

Herrumbre


Las hastiadas agujas del reloj no atrasan ni adelantan: marcan siempre la misma hora de un día perdido. Con la llegada del invierno- comenzó para él una época de desolación, tanto corporal como mental. Se volvió un ser de poco hablar, evitando – dentro de lo posible – todo contacto humano. Había tocado fondo una vez más y sabía que cosas no tenía que hacer para iniciar su reconstrucción desde los mismos cimientos.

Retornó a su primer amor: la música en formato vinilo. Su meta no planificada fue coleccionar aquella felicidad pretérita a través de los objetos que formaban parte de ella. Así comienza ese querer conseguir y conservar celosamente todo aquel pedazo del puzle que forma parte de su paraíso idealizado de la niñez. Cada día que pasaba era un intento de construir el puente que lo llevará a ese lugar tan codiciado por su memoria olvidadiza y fragmentaria.

La letra del tango que sonaba en la radio lo trajo -sin escalas- a su presente insulso. Su ropa hedía a guiso podrido mezclada con tufo de vestuario masculino de futbol. A pesar de sus intentos por evitar su desconsuelo, estaba dentro de una gran olla haciéndose a fuego lento, condimentado en sus tormentos. Nunca se lamentó por el tipo de vida que ha elegido- pese a no haberse tomado el tiempo suficiente para reflexionar sobre su elección. 

Escribe lo que puede y no lo hace con la finalidad de aportarle algo a alguien; no desea dar enseñanzas de vida ni nada que se le parezca. Escribe para canalizar su intensidad y sentirse mejor con él mismo. Disfruta de su triste felicidad sin ser del todo consciente de su objetivo, aspiración y plan vital.

Por fuera parecería ser sólido, casi que indestructible, transmite seguridad y convicción. Sin embargo, la herrumbre -que nunca descansa y todo lo corroe- convertirá sus modestas ambiciones en sueños oxidados. Su sistema nervioso es un disco rayado que repite -incansable e ininterrumpidamente- el mismo surco dañado hasta el mismísimo infinito.






Thursday, June 27, 2019

Imprevistos



Se despertó como si fuera cualquier otra mañana. Con esmero- afeitó su rostro alrededor de su fino bigote. Desayunó lo mismo de siempre: café con leche, pan con manteca y un vaso con agua fría.

Es un loco sin suerte. Siente que la vida le pasa por el costado sin poder nunca atraparla. La sensación de imperfección e insatisfacción con él mismo ha sido una constante en su vida. Los “fuese” y “hubiese” han invadido y dominado su actividad mental en los últimos años. Con el transcurrir del tiempo, sus certezas y convicciones se han radicalizado. Más de una vez se sorprendió a si mismo hablando sólo por la calle. Vivir con miedo a todo –a los imprevistos, a lo incontrolable y a él mismo- lo ha privado de llevar una vida más "normal" y ha saboteado su bienestar mental.

Se puso a trabajar en el automóvil que lo llevaría –junto a su familia- a descansar unos días a la costa Atlántica. Levantó el coche con un gato hidráulico y se deslizó debajo de él para reparar el motor. Una de las tuercas estaba más apretada de lo que debería y la palanca que tuvo que hacer para destrabarla, desestabilizó al gato hidráulico que había mantenido a el vehículo -hasta ese trágico momento- a medio metro del piso. El coche lo aplastó como a un insecto indefenso.

Su esposa escuchó el estruendo y corrió hacia el garaje. La sangre se le congeló apenas vio lo sucedido. Como pudo, sacó el cuerpo inerte de debajo del automóvil. Los ojos -aun abiertos de él- estaban desorbitados y daban la sensación de haberlo visto todo. Llamó a una ambulancia y mientras esperaba que le contestaran del otro lado de la línea, fijó su mirada en el vaso medio vacío de agua -que su ahora ex marido había dejado- sobre la mesada de la cocina. Ese día, algo intangible dentro suyo había muerto junto a él.

Todo le afecta profundamente a ella, es demasiado sensible para esta realidad que la raspa como papel de lija en la entrepierna. Su lado irracional siente culpa por lo ocurrido a su difunto marido. Lleva una vida sin propósito cierto y específico -aunque existen determinadas actividades que todavía la provocan y la mantienen viva. Su presente la frustra porque no lo termina de aceptar. Para evadirlo, garabatea en una hoja -palabras torpes y pensamientos desordenados, consciente del total desinterés que generan sus textos mal escritos en l@s potenciales leyentes.



Wednesday, May 29, 2019

Droga



Don Frustrado no acaba cuando recién despierta en la mañana. No puede porque la frustración se va acumulando en el correr del día. Al llegar la noche -tiene una buena reserva de frustración acumulada con la cual potencialmente fecundar una nueva vida que será tan frustrante e infértil como la de su procreador.

La vida en si es como cualquier otra droga. Tanto da la legalidad de la droga como la de esa vida que quizás sea la de un hijo natural no reconocido o la del pequeño principito- próximo heredero de una vida de opulencia y excesos.

Cuando uno consume una droga por primera vez, sus efectos son palpables, afecta el organismo y hasta la percepción. Después de un tiempo, el cuerpo se acostumbra al efecto de la no tan nueva droga y cada vez se necesita una dosis mayor para obtener los resultados iniciales.

La vida actúa como cualquier droga: nacemos con toda la energía, los instintos limpios, atentos y prontos para absorberlo todo. Con los años, esa energía se va apagando, el cuerpo ya no responde de la misma manera y el deterioro de huesos, articulaciones y toda la maquinaria corporal – es inevitable.

Envejecemos, algunos enferman y todas nuestras facultades se deterioran al compás de las agujas del reloj. Añoramos aquella juventud lejana que vive en nuestros recuerdos fragmentados, mentirosos y en aquellas fotos amarillentas con olor a humedad encontradas de casualidad en el altillo mientras buscábamos un cable a tierra. Los personajes que aparecen retratados son prácticamente desconocidos para la mayoría de sus descendientes: son fantasmas resucitados pertenecientes a una realidad extinta y fuera de circulación.

Hay quienes toleran el deterioro corporal y mental -e incluso lo llevan con altura. Otros, sin embargo, prefieren la sobredosis letal que les conceda un definitivo alivio y final a sus agonías.