Tuesday, July 16, 2019

A contramano


Los conductores y transeúntes me insultan y gesticulan raudamente a diestra y siniestra. Voy a contramano y recién me doy cuenta. No alcanzo a ver las señales y luces de tránsito – si es que las hay. Los automóviles se me vienen arriba, me enciman. Parece no haber escapatoria. Intento moverme. Remo contra la corriente buscando sobrevivir a como dé lugar. No interesa como, lo importante es estar a salvo.

Una salva de cardúmenes me lleva con ellos en dirección opuesta. El cansancio junto al oleaje me gana la partida y paso a ser parte de la bandada. La gaviota me mira indignada desde el precipicio. A pesar de su condición voladora- sufre de vértigo. Su coraje la ha ayudado a combatir sus miedos.

Súbitamente todo se detiene. La espera para que todo vuelva a fluir y desarrollarse con normalidad- se hace eterna. La extensa demora desmorona el temple y diluye la fuerza de voluntad.

Las luces se apagan, los colores desaparecen. Todo es penumbra ahora; apenas alcanzo a distinguir diferentes tonalidades de gris hasta llegar a la oscuridad más profunda e impenetrable. Tomo mi cámara e intento captar lo poco que veo pero es inútil: las fotografías muestran imágenes sacadas fuera de contexto.

De golpe, puedo verlo todo como si estuviese fuera de mí mismo, como si se tratara de otra persona. Cual si fuera un viaje lisérgico, me veo a mí mismo desde las alturas, desde una perspectiva inesperada. Mis vivencias –las cuales ocurren en mi interior- son tan reales como las experiencias externas. Me cuesta diferenciar mi percepción de la realidad del universo. Veo, huelo, escucho, toco, y saboreo; hace un tiempo que me es imposible precisar- deje de creer.


                                              Foto gentileza de Andrés Aksler


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