Apenas
abrí la puerta- la ilusión con todo su fulgor se coló por el refilón
sin pedir permiso. Se instaló lo más cómoda haciéndome sentir muy a gusto con
ella. Todas mis preguntas y dudas -mientras convivía con ella- tenían respuesta. Confiaba en ella y sus certezas; me
entusiasmaba sus proyectos y la
cuidaba con gran recelo casi que con
obsesión hasta que un día- así como
ingreso impetuosamente en mi vida- se esfumo dejando una estela vaciá de
significado.
Su
dolorosa desaparición fue llenándose de enojo y rápidamente lo acaparo todo.
Por suerte, mi rabia fue efímera y dio
lugar a una desilusión que con el paso de los días fue
deteriorándose como meteorito que
cruza la estratosfera de la melancolía, pasando por la anchura de la
incertidumbre y finalmente aterriza en
el valle de la depresión, la rutina, la monotonía y la falta total de propósito alguno.
Después
de una inercia prolongada donde llegué incluso a despreciarme a mí mismo, vi a través
de una diminuta hendija -rendida por el paso del tiempo- una claridad que reconocí al instante y sin lugar a
duda alguna: era el inconfundible encandilamiento de la ilusión acompañada de su
entusiasmo, expectativas y planes a
futuro. Volvía a asomarse en mi vida -junto a sus mieles alucinógenas- para seducirme, conmoverme y con su fingida inocencia hacerme creer
que todo tiene una razón de ser.
Qué bueno!
ReplyDeleteMe sentí identificado, así vivimos
Gracias por leerme.
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